Para
una primera comprensión del presente informe sobre la relación de la muerte y
los ancestros en el antiguo Perú, debemos entender el contexto al cual nos
vamos a referir, además del papel protagónico que jugo la religión en la
evolución social en nuestro país. La zona andina del Perú es una de las seis
regiones más antiguas del mundo. Por sus distintas características climáticas,
da lugar a diferentes ecosistemas
gracias a su variabilidad geográfica-ecológica convirtiendo a la agricultura el
principal sistema económico. La cosmovisión andina, se remontan a un fundador
mítico, patriarcal, iniciador de su descendencia, dándole una historia a su
pueblo. Estos ancestros mágicos pueden traer desgracias naturales o recompensas
fértiles a sus files. Es una interacción permanente entre sus raíces y el
presente, en un equilibrio que les garantice el futuro. La dualidad es una
cualidad importante en las culturas andinas antiguas y posteriores, reuniendo
dos caracteres representadas con sus formas, colores, y motivos, diferentes en
cada región. De esta manera, las
culturas expresaban su religiosidad, su día a día, sus costumbres, sus hábitos,
es decir su cosmovisión.
Las
ceremonias de las antiguas culturas formaban parte importante del estilo de
vida que llevaban como sociedad y representa la conexión que tenían con la
muerte de una manera distinta a la actual. Los hallazgos de muerte que cabe
rescatar en estas sociedades forman parte de los rituales a los dioses y
rituales a individuos cercanos a ellos. La función de los rituales era aplacar
la ira de las divinidades por desastres naturales, o también aumentar la fertilización
y beneficio agrícola. El primer ritual consistía en sacrificios de camélidos, mutilación
de humanos destacados, donación de ofrendas, danzas y libanación. Están simbolizados
en algunas cerámicas, textiles y monumentos en donde se puede aprecias la
representación de los dioses bebiendo la sangre de los sacrificios. Por ejemplo
en los rituales celebrados por los incas, usaban vasijas enormes llamados Urpus
los cuales en la base tienen un pico que se enterraba en la tierra y que
personifica el concepto básico de la dualidad. El siguiente ritual para los
individuos considerados por ellos cercanos a dios, consistía en ofrendar
frutas, vasijas y metales. Estos individuos eran enterrados en fardos
funerarios a disposición de los vivos. De esto se puede relacionar el fuerte
vínculo del ancestro con el mundo real en cualquier aspecto humano. Por ejemplo
las vasijas Chimú que representan el coito aun después de la muerte.
Las tumbas estaban destinadas para
solo cierto tipo de personas, de la alta elite y cercanas a dios. En los pozos funerarios
se han encontrado grupo de personas enterradas, no necesariamente grupos
familiares. Una de las hipótesis es la posibilidad de que estos entierros
representaba el principio biológico de procreación, ya que en diferentes
entierros se encontraron mujeres entrando en un estado apto para procrear y
niños. Ellos también tenían diferentes formas de entierro, la fetal y
horizontal. Las técnicas que se empleaban para preservación de sus muertos eran
diversas. En Paracas la momificación, en Huari los fardos en forma fetal con máscaras
representando al muerto y los incas con el embalsamiento.
En
las tumbas también se encontraron restos de cerámica enteras o rostas las cuales eran puestas como ofrendas para
los muertos. También se pudieron encontrar cantidades impresionantes de metales
especialmente de oro en diferentes formas, como collares, orejeras, narigueras
y aretes, solo para gente particularmente importante.
Los
objetos encontrados poseen características peculiares dependiendo de la región,
pero una característica común entre ellas es la personificación de tres
divinidades. El ave, el felino y la
serpiente, o sea los de arriba, los de la tierra, y los de abajo, que
ilustraban la transformación de lo natural a lo sobrenatural que ocurre con la
muerte del individuo. Cada una de estas deidades simboliza fuerza y aún más si
están juntas. Estas están impregnadas en los telares Paracas de indumentarias minuciosa
y finamente complicadas. También encontramos esta característica en las
entradas de los pueblos protegiendo y espantando visitadores indeseados, como
en la cultura Chavín, en las cabezas clavas. Los templos eran una construcción
característica que todas las culturas andinas compartían. La función de los templos
eran la del ritual, la del enterramiento y la de regeneración de estos
santuarios, que consistía en la constante reconstrucción de uno sobre otro
cubriendo el anterior. Los recintos funerarios tenían formas circulares,
cuadrangulares o, circulares y cuadrangulares. En estas construcciones se
enterraban a las personas con sus pertenencias de acuerdo a la jerarquía que
tenían en el pueblo. En los rituales podemos ver no solo las ofrendas a los
dioses si no también la formación de relaciones y alianzas reciprocas entre
miembros de la misma comunidad.
En
el museo arqueológico Rafael Larco Hoyle encontramos evidencias de lo descrito
además de un afán de proyectar en lo material lo existente o inexistente en su
mundo. Por ejemplo en la sala de depósito (bóveda) del museo observamos que se
encuentran distintas cerámicas las cuales ofrecen las diferentes visiones que
ellos compartían. Como huaco retratos que representan los estados del hombre;
huacos eróticos, los actos de coito; cerámicas de frutas y verduras (maíz,
pallares, pacay, yuca, etc.); y en la cerámica en la sección de medicina, los
cuales representan las enfermedades en ese momento.
Espinoza Pure, Ruth María
No hay comentarios:
Publicar un comentario